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Desde tiempos ancestrales, la artesanía y el diseño de la cultura japonesa ha buscado la pureza de las formas más sencillas.
La tradicional belleza japonesa expresa una elegancia que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Es un estilo que emerge de un exquisito sentido del equilibrio, bellamente incluido con cada elemento que busca la perfección.
Gran parte de la tradicional cultura japonesa se basa en el concepto de que "menos es más". Una estética emergente del Budismo Zen de Japón, que genera un tradicionalismo minimalista que se contraposiciona con una sociedad que consume fervientemente reduciendo drásticamente elementos innecesarios.
Se enfoca en evitar los elementos superfluos para crear espacio vacío en abundancia realzando los elementos esenciales. En este estilo, una sensación de riqueza emana de algo que aparece con la simpleza del diseño.
La misión de Mazda es usar sus creaciones como un genuino medio para incorporar la tradicional belleza japonesa en el mundo. Respaldados en su rica herencia como pioneros en el diseño automotriz, los diseñadores de Mazda aportan una gran filosofía a la estética de sus vehículos, lo que da como resultado una elegancia pura y esencial que eleva el auto al nivel de las bellas artes.
La tradicional hermosura japonesa expresa un delicado sentido del equilibrio, elimina todo, excepto los elementos esencialmente verdaderos para crear preciosos espacios en torno a formas simples.
Es muy claro comprender esto en el reflejo del valor que los japoneses manifiestan respeto a los espacios vacíos, una virtud que se expresa en sus jardines, la cocina, la caligrafía y la poesía.
"En los espacios en los que no hay nada, nosotros sentimos la belleza. Deseo respetar esta sensibilidad", explicó Maeda. "En Ikebana, por ejemplo, los arreglos de flores japoneses, a menudo hablan de acomodar no las flores sino los espacios entre ellas. Al eliminar elementos innecesarios, se destacan las líneas de las plantas, incorporando intencionalmente espacio alrededor del objeto, creando la belleza de los espacios”.
Un ejemplo clave de Mazda en base a esta tradicional estética japonesa se ve reflejado en el diseño de los faros delanteros del Mazda 3. A partir de una simplicidad intacta, se trabajó sobre aquellos elementos innecesarios para dejar solo la esencia de los accesorios de luz. El equipo de desarrollo sintió que al limitar al mínimo los elementos necesarios para el diseño, la fuente de luz, los lentes y la base, se crea una apariencia más elegante y atractiva.
Utsuori -cambios de luz- es una característica de la arquitectura y el diseño japonés que se enfoca en la sensibilidad de los exquisitos patrones de luz y sombra que cambian en todo momento y con las estaciones.
Para el Mazda 3, los diseñadores se enfocaron en eliminar los elementos redundantes para crear un lienzo que muestre la luz y los reflejos a través del cuerpo, lo que da lugar a transformaciones dramáticas a medida que el auto se mueve.
Se trata de una interacción infinita entre la luz y la sombra que se desliza sobre la carrocería según cambia el ángulo de visión, creando un auto que parece verdaderamente vivo, en cualquier momento y espacio. Un vehículo capaz de ser resignificado constantemente.
"Japón tiene cuatro estaciones bellas y bien definidas y la gente aprecia la estética de los delicados cambios de luz", dijo Maeda. "Con esta sensibilidad, pensamos que podríamos crear una expresión con la exclusiva estética japonesa y ese es el desafío que encaramos para esta nueva generación de autos".
El diseño Kodo de Mazda busca formas auténticas, imponentes y refinadas, despojándose de todos los elementos que no sean esenciales. Es la esencia de la naturaleza, de lo vital, de los depredadores antes de abalanzarse sobre su presa. Por eso, Mazda es una marca que continúa utilizando el modelado de arcilla desde los pasos previos a una realización acabada.
Los artesanos Takumi utilizan todo su cuerpo para encontrar la forma y las líneas esenciales sobre las que después se desarrollará el resto del diseño. Sólo de esta manera puede representarse el alma, entendiendo al vehículo como una pieza de arte.
En Japón la simplicidad es la sofisticación y por ello, estos valores están en la esencia pura de todo lo que genera Mazda, a partir de la filosofía de diseño centrada en el concepto del alma en movimiento.
Este fragmento de la cultura japonesa se representa en todos los vehículos de la marca. Por ejemplo, en su interior se emplean controles muy simples, poco recargados en su aspecto estético pero sobre todo fáciles de usar e interpretar. Ese carácter intuitivo tan importante es el máximo responsable de proporcionar una experiencia premium en el interior a todos sus ocupantes.
