Mazda es una marca legendaria que trae consigo historias verdaderamente apasionantes. Una de ellas desenvuelve el nacimiento de su motor rotativo, una pieza fundamental y distintiva que ha posicionado a Mazda en uno de los puestos más elevados del mercado.
Trabajo duro, dedicación, pasión y perseverancia son algunas de las cualidades que hacen que esta marca japonesa se destaque con el correr de los años. Una marca que envuelta en su poderoso espíritu Mukainada, ha sabido salir adelante a pesar de todas las adversidades.
El motor rotativo representó para Mazda el acceso a un nuevo mundo de progreso y dedicación, dejando atrás aquellos fantasmas que estaban imposibilitando a la fábrica mantenerse en pie. Es la pieza clave, que ha dado a Mazda prosperidad y aprendizaje constante.
A principios de los años 60, la compañía enfrentaba un importante reto: para subsistir y expandirse a nivel internacional, necesitaba innovación en tecnología y un completo desarrollo, ya que se encontraba inmersa en un mercado automotriz cada vez más competitivo.
Matsuda, presidente de Mazda en ese entonces, encontró en el desarrollo del motor rotativo la manera de subsistir y evolucionar en el tiempo. Fijó su objetivo la construcción de un motor rotativo que se anticipe al de sus competidores. Un proceso muy complicado y lleno de obstáculos.
Mazda para lograrlo, adoptó el motor Wankel, caracterizado por un rotor único de forma triangular. Un motor que presentaba ciertas dificultades, las cuales Mazda debió encontrar la manera de solucionarlas para evitar daños y lograr un motor rotativo funcional.
Para enfrentar este reto, Mazda reunió a un equipo de 47 ingenieros que formaron el departamento de investigación del motor rotativo. Un número importante en la cultura japonesa ya que representa a los 47 samuráis Shijyu Shichi Shi; guerreros leales que dedicaron sus vidas a vengar la injusta muerte de su líder.
En 1963, el equipo logró un importante avance a partir de algunos cambios en el sello del motor, obteniendo exitosas pruebas que demostraban la desaparición de las marcas de vibraciones en la superficie interior del motor.
Para el año siguiente, Mazda, a partir de aluminio y carbono, creó un nuevo sello con el que salió a la luz el primer vehículo con motor rotativo.
El Mazda Cosmo Sport fue el primer auto diseñado desde el comienzo para ser propulsado por un motor rotativo. Lanzado a las calles en 1967, se trató de un vehículo que causó fabulosas impresiones gracias a su equipamiento y su distintivo diseño.
Las principales ventajas de este tipo de motor que Mazda destacó tienen que ver con su tamaño compacto, su peso menor a cualquier motor convencional, su suavidad, la eliminación de vibración y ruido, menor complejidad y mayor fiabilidad.
Se trata, sin duda, de la pieza insignia de Mazda, la cual le ha permitido distinguirse y sobresalir sobre las demás marcas automotrices, ofreciendo calidad y tecnología de punta a todos sus clientes.