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Es algo que no se puede percibir a simple vista. Es necesario sentirlo porque está en cientos de pequeños detalles. Solamente luego de conducir un Mazda CX-30 es cuando el conductor podrá sentir y entender la milenaria filosofía  Jinba Ittai de Mazda; una sensación de conexión completa entre el conductor y su vehículo (similar a la que experimentaron los legendarios jinetes japoneses Yabusame con sus caballos, a la hora de disparar su arco y flecha).

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La maestría de trasladar un concepto filosófico japonés a detalles concretos de un vehículo hace que la experiencia de conducir un Mazda CX30 sea inigualable.

Antes de manejar un Mazda de 7ma generación es posible que uno se pregunte: ¿se puede tomar curvas a alta velocidad y no sentir ni el más mínimo balanceo en el asiento? ¿Es normal no bajar la mirada para ver el velocímetro porque el kilometraje se refleja en el parabrisas, en dirección directa hacia los ojos? ¿Es posible frenar a raya pasando de 65km/h a 10km/h sin sentir el frenazo en tu cuerpo?

¿Es normal esa máxima integración que se siente al acelerar y girar un auto? Mediante una prueba de manejo comprobamos que en el nuevo Mazda CX-30, es así. Lo hicieron real, normal y posible.

 

Jinba Ittai: De lo intangible a lo real

Antes de empezar a descifrar cómo Mazda volvió real lo intangible es necesario plantearse, ¿qué es Jinba Ittai

 

 

Se trata de una filosofía que se inspira en los arqueros japoneses Yabusame, quienes practicaban su puntería de tiro al blanco mientras montaban sus caballos. Con ambas manos ocupadas en sostener y disparar el arco, su única alternativa para mantener el equilibrio era esta unión perfecta con su caballo; guiándolo casi mentalmente mientras afinaban su disciplina deportiva. 

Esta sensación de que el auto se vuelve una extensión más del ser humano se la vive solamente al conducir un Mazda. Un sentimiento palpable desde el primer momento en que uno apoya su espalda en un asiento extremadamente ergonómico, el cual ha sido creado para que todo el peso del cuerpo caiga sobre la espalda y no las piernas.  Este efecto hace que el conductor tenga sus 5 sentidos al 100% y se sienta casi como si estuviera parado. Si sumamos esta sensación dentro de un largo trayecto, se traducirá en una menor fatiga a la hora de conducir y por ende, vivirá una experiencia de conducción inolvidable.

 

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Una vez que el conductor se ha acomodado en su asiento, podrá visualizar una cabina con todos sus elementos en la ubicación perfecta.  Encontrará que todo se encuentra al alcance justo de sus manos; desde el volante, la palanca de cambios, los pedales y su mando de control de pantalla. A su vez,  la pantalla - ancha y a la altura perfecta - se encuentra ligeramente curvada para estar al alance directo de los ojos de su conductor. El velocímetro se releja en su parabrisas para evitar ver el tablero detrás del volante; las barras de las ventanas son más delgadas y los retrovisores están ligeramente salidos; todo pensado en que la visibilidad de la carretera sea aún mayor y el riesgo de siniestro cada vez menor. 

¿El objetivo de la marca? Que al conducir un Mazda CX-30 se realice el mínimo esfuerzo en acciones que desgastan, brindando tranquilidad a través de diversos componentes de seguridad activa/pasiva; y que solo así, el conductor se dedique en un 100% a disfrutar de su vehículo.

Una obra de ingeniería y diseño que potencia enormemente el placer de conducir cada uno de sus modelos.  Una obra que se entiende y disfruta solamente allí: detrás de cada volante.

QUIERO MI NUEVO MAZDA CX-30

 

 

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