El haiku es una de las formas poéticas más breves de la literatura japonesa y una de las obras más preciosas de esta cultura. Tal es su belleza que llegó a expandirse hacia el mundo entero a través de su sencillez, ternura y hermosura.
En el siglo XVII se popularizó como forma de expresión de la religión zen gracias al maestro Bashō. A partir de ello, muchos escritores han seguido multiplicando este maravilloso arte.
El origen del haiku se hunde en la religión de la China Antigua, época en donde el budismo, confucianismo y taoísmo, empezaron a ser muy populares como una forma de llegar a los demás y de exponer los más claros y sinceros pensamientos.
Su historia fue transmutando hasta lograr convertirlo en una escuela, de la mano del poeta Bashō.
El haiku encuentra sus orígenes en el hokku, era una fórmula de construcción literaria utilizada en un tipo de poema más largo conocida como renga. Fue cuando esta composición empezó a utilizarse como unidad independiente, que se la comenzó a denominar como haiku.
Este poema, se compone de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, y se forma de cinco a ocho palabras. Según su clásica tradición el poema debe incluir un kigo: una palabra o expresión que alude a la estación del año en donde se encuentra ubicado el presente del poema.
Una característica fundamental además de la época del año, es su temática relacionada siempre al entorno natural, haciendo referencia a animales, plantas, flores, árboles, paisajes, condiciones climáticas; como también a la cotidianeidad de pueblos, parajes, caminos, ciudades.
El sentir de la primera persona suele quedar exento, el narrador no habla de lo que le sucede a él, sino lo que acontece frente a él y todo su alrededor, convirtiéndose en un simple observador y apreciando lo que le rodea.
La libertad y la sensibilidad de conceptos abstractos son fundamentales en su composición.
“Una mera nada, pero inolvidablemente significativa”
Esas son las palabras que utiliza el escritor Blyth para definir al haiku, a lo que se le puede sumar la idea de que el haiku es el arte del silencio traducido a las palabras.
Este tipo de poemas traslada al lenguaje una emoción sentida, melancólica, también de alegría. Se podría decir que es la capacidad de plasmar con claridad y elocuencia el sentimiento más genuino del alma, algo que surge a partir de la contemplación. No existe ruido que interfiera entre el silencio y lo descripto.
Matsuo Bashō vivió en el siglo XVII, es considerado como uno de los más grandes maestros del haiku. Su poesía recorre el mundo entero adentrándose en el corazón de las personas en forma del arte más puro y sencillo, con un componente espiritual que la hace aún más preciosa.
A continuación una pequeña selección de algunos de los tantos y tan bellos haikus que existen en el mundo. Recomendable es, leerlos con detenimiento, como si realmente te encontraras contemplando lo que las palabras describen:
mi jardinero
convertido en sirviente
de crisantemos
Yosa Buson
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¿Qué pretendo encontrar
internándome en el viento?
Taneda Santoka
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Sobre las hojas verdes
Que cubren la montaña
El sol pasea
Masaka Shiki
El haiku es la simpleza de un arte que se traslada hacia lo mejor de una cultura sumamente rica. La belleza de vivir contemplando los detalles que hacen al día a día y maravillarse por ello. Una forma de ver la vida a través de la naturaleza y el alma.
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